jueves, abril 30, 2009

Ojalá que llueva sangre.

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Encendieron la fogata humana sin titubeos, la llamarada tomo forma de inmediato y los bárbaros sentían que esto era una fiesta pirotécnica, era la mejor parte de su trabajo, su éxtasis y su consumación. Era la libertad en el inmundo imperio de los esclavos. Dyego parecía como adormecido con la cabeza gacha, desinteresado de lo que acontecía.

Comenzaron a provocarle con una varilla en la cabeza, su fetiche favorito era la expresión del dolor pero el hombre que recién amarraron no les estaba complaciendo en lo absoluto. Uno de ellos tomo un sorbo de combustible para escupírselo en el rostro y, cuando se disponía a hacerlo, Dyego levanto la cabeza con una mirada sosiega y de una tranquilidad aterradora para ellos, el bárbaro que tomo la gasolina la escupió a un lado pues se sintió desafiado y derrotado en un pequeño instante cuando se le miro a los ojos.

El nudo en su garganta le hubiera impedido tragar la gasolina así como se contuvo a decir cualquier injuria como las que vociferaba minutos atrás. Se hizo el silencio mientras las llamas aceleraban su curso y los atónitos bárbaros experimentaban un soplo de temor ante la mirada del hombre que no cambiaba el semblante, Dyego levanto la cabeza al cielo diciendo una oración y algunos nombres, los bárbaros estaban helados a pesar del ardor presente, una ventisca acerco el brazo del fuego a estos hombres y se replegaron unos pasos atrás. La pobreza que antes les llenaba ahora les estaba vaciando desencadenando así algún tipo de inseguridad.

En ese momento Dyego, ya prácticamente cubierto por el fuego, les dijo algo que los hizo ponerse de rodillas; *No soy yo quien está ardiendo, son ustedes* . El fulgor terminaba de cubrir el cuerpo amarrado al tronco y los hombres que habían hecho la fogata estaban devastados. Tenían miedo de alguien que ya se había extinguido ante sus ojos. Se debían sentir así por no poder someter a nadie más en ese momento, de no poder culpar mas que al viento.

Uno de ellos tomo el combustible y el otro tenia el mechero, se quedaron mirando fijamente unos instantes. Me temo que sabían lo que tenían que hacer con ellos mismos.


Ed-

domingo, abril 26, 2009

Tuesday´s gone

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miércoles, abril 22, 2009

Elecciones insòlitas/CORTAZAR

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ELECCIONES INSÓLITAS

No está convencido.No está para nada convencido

Le han dado a entender que puede elegir entre una banana, un tratado de Gabriel Marcel, tres pares de calcetines nilón, una cafetera garantida, una rubia de costumbres elásticas o la jubilación antes de la edad reglamentaria, pero sin embargo no está convencido.

Su reticencia provoca el insomnio de algunos funcionarios, de un cura y de la policía local.

Como no está convencido, han empezado a pensar si no habría que tomar medidas para expulsarlo del país.

Se lo han dado a entender, sin violencia, amablemente.

Entonces ha dicho: “en ese caso, elijo la banana”.

Desconfían de él, es natural.

Hubiera sido mucho más tranquilizado que eligiese la cafetera o por lo menos, la rubia.

No deja de ser extraño que haya preferido la banana.

Se tiene la intención de estudiar nuevamente el caso.