...
La soledad.
La que duele en el costado,
la que se te recarga en el sueño
y te anuda la garganta.
Esa miope que ve a la perfección
las heridas que nos lamemos.
La soledad
Esa de la caída más pura y libre,
que nos desata las agujetas
y nos anega las vísceras de aire.
La que es siempre puntual
en la cita que nadie nunca advierte.
La soledad
la que me duele en el costado
en el hígado y en la mejilla también.
Siempre procura no olvidarme.
Justo en el momento,
cuando paso de la conciencia al sueño,
como ese espacio existente entre las letras,
me susurra algo….
Dice:
Alíviate pronto.