viernes, noviembre 24, 2006

Siempre digo que no es necesario mirar afuera, porque los resplandores fulminantes se conciben desde dentro de nuestro propio Maelstrom, entonces, cuando me creo lo que se precisa en algún hemisferio, es donde la certeza derrumba, derrapa y se parte. Y comienzo:


Regresar a casa, con la mano tocándome la urgencia, suena tan sensacionalista como la eficacia de la honestidad contemporánea.

He pensado que -Recorrer y alcanzar- son los eufemismos que me han timado mas profundamente, fueron amorcitos a los que follaba enlodado de inseguridad, empolvado de angustia y obligándoles a inyectarme de su anestesia que bajase el volumen de este breve sobresalto. Debe haber tanta muerte debajo de los colchones donde haya enroscado las gargantas y el sexo con primorosas concubinas que me educarían el índice y el tono azul de la ausencia. Que eso le costo la vida a la belleza con la que mis pupilas miraban el amor más descarado: para mí el más bello.

Se que estoy vivo, por que aprendo (no aprehendo) de los duelos y de los dardos, porque transpiro y no retengo cruces ajenas.

De todas las directrices subrayadas, de todos los animales pretenciosos que uno se convierte antes de que dejemos de ser extranjeros en nuestro propio cuerpo y antes de que el pulso endurezca y la mirada sea fija, cristalizándose hacia ese perno sustancioso que nos mueve y nos hace llenarnos de gloria, de todos los hombres que he sido cuando considere mis defectos las virtudes mas ostentosas, este es el segundo que mas me a costado aceptarlo. De todas esas bestias opacas que he sido antes de despertar, de todos esos cobardes y todos aquellos ojos arenosos, esta mudanza que vivo es la versión que mas me ha dolido. En el cuello. Y en la habitación que no termino por llenar.
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ESTRANGED
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