jueves, marzo 22, 2007

El exilio del 98.


...Según, cuando estoy de humor –compartible-, pienso que las pendientes que he surcado son siempre de elementos de alta dificultad, que los Alpes son una caricatura para exhibicionistas y que Napoleón es un mito urbano con el cual comparamos nuestra cobardía non grata per se. Y, después, allà en la ranura ingrata del ocaso minimalista, despierto en la muchedumbre de mis laureles marchitos. Siempre el techo gris, siempre los doce pasos al escusado de mis excusas con R de rotas y rameras.

La gana,
no vate la imposición de –losetodoaquiestoybien-
cuando avanzar es, en realidad, levantar un poco la mirada por el amorío injustificado por el placer de verificar si aun sabemos sentir y , mucho peor, saber agradecer (algo)
que, en si, cuesta tan caro como un suicidio personal.
Entonces colgarse cada 142 horas hasta que alguien tome tu semilla entre sus tetas,
es uno de los tantos vacíos que se llenan de la negrura que absorbemos de esos actos de pordioserismo que se practican cuando falta el pan que tienen los que tienen todo claro.

Cuando el primer rayo matutino, pensamos, nos jode, olvidamos proponer la suma de enzimas y escamas con quien platicar, (no, no con quien disimular) de las figurillas que forman nuestros rasguños, olvidamos pavimentar el árido terreno que curamos con yodo y alcohol de boca en boca, la fijación se vuelve borrosa sin un punto a donde aterrizar en los viajes forzosos a nuestras miserias, nadie me ha sabido decir si algún día el terreno se vuelve carbón, cenizas o nada.

Siempre, en los finales, en lo ultimo de la cordura, en el guiño final de mis borracheras aparece ella, como un script definido al que quiero modificarle todo menos el final cuando bebe de un vaso largo y escarchado que ,en su boca, es tan erótico que tan solo después de su nombre podría utilizar todas estas palabras.


Y aunque embonar no signifique indispensable
O coincidir tampoco sea -parasiempre-
El exilio del noventayocho sigue sin fecha terminante.
Aunque yo sepa que al final siempre vendrás

a alojarte en esta fiebre que es tuya.


Me-