...
LUGAR COMÚN
By ESTRANGED
Quería que la lluvia me borrara del pavimento o al menos un par de culpas, pero ante el fallido deseo me dirigí a la entrada del lugar donde quedé de toparme con mi pareja.
Yo había estado con una mujer unas horas antes y sentía que si decía alguna palabra iba a delatarme con el olor impregnado que aun tenia entre la lengua y el índice. Pero es que esta hembra me besaba para arrancarme la boca y el cuello. Con una aprehensión que seguro no era por mi, si no por una soledad que debía ser tratada por dermatólogos.
Comenzamos la charla con ataques aéreos y bombas de tiempo. No se si soy muy paciente o demasiado cínico. Pero escuchaba con atención, con parsimonia e intentando llegar a un punto en común y, por que no, dormir en paz esa noche. Pero las mujeres piden perdón, al menos las de mi generación y no estoy orgulloso de eso. Siempre le he dicho que no me pida esos favores porque no soy nadie para otorgárselos. Ante la insistencia el fastidio aparece y yo lo adopto, entonces seguimos la misma ruta, después del perdón viene la autoflagelación donde yo tengo que tocarle la mejilla y aguantarme las ganas de presionarle el pescuezo para que despierte del letargo eterno de la autocompasión de no saber enfrentar los problemillas diarios de la vida de una persona común. Por que eso es lo que somos; personas comunes que tienen problemas comunes, en nuestro caso –mancomunados- , esa es mi herencia por ser su pareja. No tenemos los problemas de alguien de la pobreza extrema o de un artista fatal, somos gente que nos balanceamos en la medianía de lo inalcanzable y el vacío.
Yo estaba harto así que di la vuelta a sus historietas de la semana y la interrumpí. Iba tomar la palabra para decirle que lo nuestro terminaba ahí mismo pero ella lo hizo primero. Su rostro hizo una mueca de angustia y en ese instante sentí un apretón en la muñeca: estoy esperando un hijo tuyo, dijo, mirándome con perpetuidad, con plenitud, como si recién hubiéramos hecho el amor. No era como haber dicho -estoy embarazada-, era diferente. No pude pasar saliva, mi pulso era una debacle como cualquiera de mis defensas y sin querer bajé la mirada. Ella comenzó a chillar, a interpretar mi silencio y a planear su vida junto al niño sin mí. Balbuceaba y no entendía lo que me decía, solo alcancé a escuchar dos palabras: –no deseado- y la interrumpí, no pude mirarle a los ojos pero le dije; Mi hijo se llamará León, será buzo o astronauta, difícil de controlar, desobediente en potencia, seguro perderá el control pero lo que nunca perderá es el amor infinito por su madre. Ella sonrió, respiro hondo, muy hondo. Yo apreté la mandíbula y terminé diciendo: - tener un hijo es lo que mas deseo en la vida, pero no a tu lado-
Y sus ojos enrojecieron.
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LUGAR COMÚN
By ESTRANGED
Quería que la lluvia me borrara del pavimento o al menos un par de culpas, pero ante el fallido deseo me dirigí a la entrada del lugar donde quedé de toparme con mi pareja.
Yo había estado con una mujer unas horas antes y sentía que si decía alguna palabra iba a delatarme con el olor impregnado que aun tenia entre la lengua y el índice. Pero es que esta hembra me besaba para arrancarme la boca y el cuello. Con una aprehensión que seguro no era por mi, si no por una soledad que debía ser tratada por dermatólogos.
Comenzamos la charla con ataques aéreos y bombas de tiempo. No se si soy muy paciente o demasiado cínico. Pero escuchaba con atención, con parsimonia e intentando llegar a un punto en común y, por que no, dormir en paz esa noche. Pero las mujeres piden perdón, al menos las de mi generación y no estoy orgulloso de eso. Siempre le he dicho que no me pida esos favores porque no soy nadie para otorgárselos. Ante la insistencia el fastidio aparece y yo lo adopto, entonces seguimos la misma ruta, después del perdón viene la autoflagelación donde yo tengo que tocarle la mejilla y aguantarme las ganas de presionarle el pescuezo para que despierte del letargo eterno de la autocompasión de no saber enfrentar los problemillas diarios de la vida de una persona común. Por que eso es lo que somos; personas comunes que tienen problemas comunes, en nuestro caso –mancomunados- , esa es mi herencia por ser su pareja. No tenemos los problemas de alguien de la pobreza extrema o de un artista fatal, somos gente que nos balanceamos en la medianía de lo inalcanzable y el vacío.
Yo estaba harto así que di la vuelta a sus historietas de la semana y la interrumpí. Iba tomar la palabra para decirle que lo nuestro terminaba ahí mismo pero ella lo hizo primero. Su rostro hizo una mueca de angustia y en ese instante sentí un apretón en la muñeca: estoy esperando un hijo tuyo, dijo, mirándome con perpetuidad, con plenitud, como si recién hubiéramos hecho el amor. No era como haber dicho -estoy embarazada-, era diferente. No pude pasar saliva, mi pulso era una debacle como cualquiera de mis defensas y sin querer bajé la mirada. Ella comenzó a chillar, a interpretar mi silencio y a planear su vida junto al niño sin mí. Balbuceaba y no entendía lo que me decía, solo alcancé a escuchar dos palabras: –no deseado- y la interrumpí, no pude mirarle a los ojos pero le dije; Mi hijo se llamará León, será buzo o astronauta, difícil de controlar, desobediente en potencia, seguro perderá el control pero lo que nunca perderá es el amor infinito por su madre. Ella sonrió, respiro hondo, muy hondo. Yo apreté la mandíbula y terminé diciendo: - tener un hijo es lo que mas deseo en la vida, pero no a tu lado-
Y sus ojos enrojecieron.
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