domingo, mayo 17, 2009

Mal trago.


Que te vaya bonito, dije. Ella esperaba replica, debate, premios y segundos lugares. Pero mi padre era telegrafista. Lo herede de el. Me refiero a la brevedad en la palabra y a la sustancia de la misma. ¡Que mas da! ¿Sustancioso o insustancial?, la mujer nunca terminara por aceptar ningún verbo que no le rellene sus obstinados huecos. Mas, mas¡ siempre mas¡. Su belleza marchita mis diálogos , excita mi pulso, me descose la piel y me hace el amor. No puedo luchar contra ese ejercito de placer. Me duele mirar el momento cuando algo se estrella. O se rompe.

Su paciencia contó diez o doce segundos de mi silencio, me miró, entreabrió los labios y se fue. La perfección de su desplante arrodillo la torpeza de mi certeza mas machista. Indefinidamente. Eso duele en el hígado, en la grieta del orgullo, y es ahí, con ese licuado de frustración donde quisiera poder hundir su cabeza bajo el agua unos minutos. Pero es solo el karma instantáneo del desprecio, un rebote que no se evita. Se habita, en uno.

Quiero ser un gorrión que se estrelle y desintegre frente al sol. Y no hacerte ningún daño. Pero esto es lo que hay:

No nos necesitamos más. A lo interminable hay que decirle que no le requerimos. Si te intentara olvidar entonces quedaría tuerto, y yo ya no me meto en problemas. Te disequé, como ya lo había explicado antes, y no me ocuparé en resanar. Todos merecemos envejecer. O perecer. Los deseos infinitos no me nacen de raíz así que solo se me ocurre anhelar que gimas hondo, que gimas fuerte y el cielo se estremezca junto a ti.




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ESTRANGED-

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