Siempre corto en el callejón, el de 58 pasos.
Protagonizo los cinco minutos que necesito dejar de disimular
y mis manos abandonan mis bolsillos lambiscones.
Este es el tramo donde mis convicciones huelen a sugerencias hipotéticas
y, sintiéndome oblicuo desde la paz, retengo solo metáforas.
Contengo ciertos laberintos, los de burdeles y librerías,
teniendo la impresión de tener el dominio del ritmo,
y hasta del último verbo, desde lo que me es fácil sabotear.
No escarmiento a esta autonomía del paso numero veinticinco donde
las luciérnagas ponen acentos a mi pérfida soledad.
Yo platico con el viento
por que me acaricia mientras sigo buscando una figura
a esta caprichosa sonrisa.
De faro a faro dice el itinerario del callejón cincuenta y ocho,
de esta Odisea donde soy perpendicular a mis angustias.
