jueves, junio 18, 2009

SEUDÓNIMO.

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SEUDONIMO
by ESTRANGED.


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El inicio de su ritual diario marcaría el fin de sus días y el menor de sus vicios le dejaría indefenso.

El hombre se levanto y abrió altivamente su ventana con la certeza de que el problema de la tormenta solar había llegado a su fin, pero al considerar la televisión un provocador de miedo e infamias decidió no mirarle a pesar de las alertas y no supo a lo que se enfrentaría ese día. El sol le miro fijamente esa mañana y supo lo mas cercano a sentir un soplete en la cara y el cuerpo. La tierra tenía hoyos inmensos en sus capas y los rayos ultravioleta vulneraban y exponían los cuerpecillos humanos y sus nulas defensas ante esta mounstrosa estrella. El hombre se desvaneció estrujando sus manos en el rostro y el insoportable ardor en los ojos violentaba sus gestos, ahogaba sus gritos por ayuda. La imagen del cuerpo arrastrándose por la habitación era quizás más estruendosa que el mismo dolor que manifestaba. Fue tal la fuerza de sus inútiles impulsos que era como si el mismo sol le hubiera extirpado su energía mientras un solo pensamiento disipaba de a poco en su conciencia: “karma, este es tu karma.”

Después de un par de horas y con la razón en un estatus mas despabilado, abrió los ojos y las imágenes eran confusas, borrosas y vagamente entendibles. Distinguía los objetos como si tuviera una ceguera a medias. Un impulso tecnológico le hizo buscar su teléfono celular y al encontrarlo supo que la comunicación por ese medio era inservible y, entonces, opto por la televisión pero fue inútil, frustrante y en, aquel momento, sintió esa pequeñez que se debe advertir cuando uno sabe que no tiene mas que una salida: perecer en el intento de sobrevivir.. (¿Pero que no es eso lo que cada humano hace a diario?) Salió de la habitación en busca de explicaciones pero sus preguntas rebotaban como ecos en las paredes de esa huraña casa. Bajo con miedo las escaleras, las pulsaciones del cuerpo podían escucharse de tanto silencio alrededor. El tipo estaba hambriento y la alacena vacía, era evidente que la sirvienta dejo de asistir y el nunca lo noto pues todo estaba en su lugar y era como si nadie viviera ahí, se refugió en el sofa, acurrucando las piernas y el corazón.

Durmió por horas hasta que amaneció. Y esta rutina se repitió dos días más hasta que la sed y el hambre le obligarían a salir por su supervivencia y ya no tanto por explicaciones. El hombre espero a que la intensidad de los rayos solares disminuyera pero que a la vez quedara un poco de luz para desplazarse. Se cubrió como cuan invierno y con amplias gafas abrió la puerta. Suspiro hondo e hizo un gesto de añoranza, como sabiendo el final de todo esto. Fue así como con su intuición y la poca visibilidad intentaría llegar a la tienda de don Fernando. Tardo más de lo normal pero nadie nunca respondería al llamado. Estaba solo y en deplorable forma espiritual, pues jamás alguien le dio aviso, ni siquiera su ex esposa Verónica "la bruja". Siguió la ruta casi a ciegas pero los terrenos que pisaba ya no eran habitados por nadie, quedo varado en una construcción abandonada, deliraba con algún paraíso, con ese oasis que esperamos cuando solo nos tenemos a nosotros mismos.



Despertó rodeado por un ambiente desagradable y, por fin, escucho gritos de ayuda de alguien más que lo interceptó rogando por agua o un cobertor. De los pocos pensamientos que su cerebro podía recrear era el arrepentimiento, así que le dio su saco al hombrecillo intentando –lavar- un par de pecados. El tipo recién tomaba la prenda cuando salio corriendo despavorido por la insana e inevitable extinción. El sol salió a lo más alto y el hedor era ya insoportable, así que se jugaría sus últimos minutos a la intemperie. Reconoció un pantano a varios metros de distancia por su insoportable olor, la piel no soportaba un minuto más del incandescente fulgor que le impactaba así que trataba de gatear para cubrirse con las pocas yerbas que quedaban después de esta serie de tragedias incontrolables, hasta que su temblorosa mano sintió humedad, por fin encontraba su tregua y sin pensarlo se fue sumergiendo de a poco. A veces el pantano más lugubre resulta ser el lugar mas seguro en la tierra. Pensaba, mientras concebía que esta, su última escena, fuera una metáfora de su vida o de su tercio final. Sentía paz en medio de esta horrible muerte.

Se preguntaba como es que había terminado tan marchito y abandonado, pero el lo tenía claro justo en ese momento, micras de segundo antes de morir ahogado en un decrépito pantano; todo se derrumbo desde que cambio su vida por utilizar y ejercer un seudónimo llamado: Político. Este es el karma de la democracia mexicana, susurro una voz.




FIN.