jueves, agosto 03, 2017

ESTRIAS.


...
Le dije que cuando, desmesurados,
nos veíamos directo a los ojos,
yo vivía en mi piel, habitaba en cada poro y cada hervidero,
como pócima,
para ella.

Algunas maletas después, deje de alojarme,
de frecuentarle en el ojo de su ombligo tan redondo.

Remarcarme los tatuajes de ojeras,
ser absorbido por jeringas no esterilizadas
y ecléctico en el Roulotte del flirteo endemoniado,
era tan solo el escaparate del toqueteo.
De la lengua fácil donde tampoco me notó,
era la zona donde el revólver en la boca no la sacudió más, y las pupilas,
como velitas de sepelio católico,
mojaban el maquillaje de las yerros de nuestra historia.


Esta congestión disimulada no me exime de aseverar que terminaremos siempre siendo cazos, casuales recipientes de un mal perfume o de una cuba cargada de ron, de semen sin embarrar en la espalda deshidratada, de letras que cubran el maquillaje de nuestras estrías avergonzadas de gemir.

Le dije que cuando, desmesurados,
nos veíamos directo a los ojos,
yo vivía en mi piel, habitaba en cada poro y cada hervidero,
como pócima,
para ella.



ESTRANGED-